¿Y si funciona?

¿Y si sale bien?; ¿Y si me esfuerzo?; ¿Y si confío en mí?

Cuando nos marcamos metas en la vida o tenemos que afrontar cambios en nuestra “hoja de ruta” surgen inseguridades, miedos, vemos el (posible) error como algo catastróficamente horrible. Hay un problema, si dejamos nuestro éxito a la suerte, podemos seguir esperando…, invito con esta entrada a reflexionar, a atreverse, a querer, a amar, a trabajar, a crear oportunidades, a no ser sino hacer, a intentarlo, a marcarse objetivos, a crecer, a vivir en definitiva.

Hay que prepararse para que en el camino aparezcan injusticias, no basta con tener la idea, con el talento, el trabajo, el esfuerzo, hay condicionantes que influyen en el camino y que escapan de nuestro control (competencia, rivales, entorno, pensamientos que juegan en nuestra contra, etc), habrá que atender a aquello que depende de uno mismo, a aquello que es necesario para conseguir la meta.

La actitud que adoptemos es primordial, si vemos con unas gafas del tipo “no lo conseguiré, seguro que fallo, me irá mal, ¿para qué intentarlo?”, es probable que nos hagamos daño (no estamos contemplando el éxito con estas gafas) y encima si se cumplen nuestras expectativas, caigamos en un bucle de emociones y pensamientos negativos disfuncionales con respecto a nosotros, de desconfianza, de inseguridad, de culpa. Si vemos con las gafas de “voy a intentarlo, voy a confiar en mi capacidad, voy a esforzarme en conseguir mi meta, es cierto que puedo equivocarme pero…¿y si funciona y sale bien?”. Hay muchos caminos que nos llevan al éxito, a la felicidad, no existe uno único, por lo que tendremos que crearnos nuestros caminos alternativos, explorar, tomar decisiones y actuar para lograr las metas marcadas, atreverse.

Al éxito (personal, profesional, social…) se llega tras muchos intentos y por ende, tras muchos fracasos, fracasos que nos enseñan a tomar otras alternativas, a crear oportunidades nuevas. La equivocación, el error, no deja de ser un aprendizaje, aquel que no se equivoca no hace, y si no hace, no le ocurre nada, no crece, no aprende, no protagoniza su vida, no vive.

La inteligencia emocional nos enseña a tolerar el fracaso, a no estancarnos, a no centrarnos en aquello que hicimos mal o no hicimos…, todo eso forma parte del pasado, hacia atrás no podemos volver así que, si nos fijamos en nuestro presente en cambio, podremos responsabilizarnos de nuestros errores y de nuestra vida, podremos fijarnos en lo que sí podemos hacer.


Atrévete, ¿y si funciona?.

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