Escúchese

No son pocos los casos que acuden a nuestra consulta buscando una panacea, un milagro, una pastilla o una varita mágica. Quieren salir por la puerta sin mínimo rescoldo de lo que trajeron. Lo quieren dejar todo aquí y hacer como si nunca lo sufrieron.

Nosotras entendemos esta actitud, la comprendemos. Pero desde la primera consulta comenzamos una labor de enseñanza a escucharse a uno mismo. De todo se aprende y de todo es necesario aprender para evitar las menores repeticiones posibles. Si pudiéramos borrar el sufrimiento de nuestros pacientes, éstos terminarían volviendo, porque repetirían el proceso. Y este no es nuestro objetivo.

Nuestro objetivo principal es que no nos vuelvan a necesitar, que no vuelvan, que no tengan necesidad de volver. Damos herramientas que ayuden a solucionar el problema que trae el paciente en la mochila, pero también que le ayuden a saber cómo manejar problemas futuros. Y uno de los principales objetivos es aprender a escucharse.

Escucharse conlleva saber lo que necesitas y aceptar que a veces necesitas cosas que no son de tu agrado. Por ejemplo, un duelo no se puede resolver en un día, hay que pasar por las distintas fases, cada uno a su ritmo, escuchando las necesidades que tengamos en cada momento, y aprendiendo a dar salida a las emociones disfuncionales como emociones funcionales. ¿De qué sirve que con mi genio de la lampara elimine su depresión? Si usted no sabe porque y para qué ha caído en ella, sus funciones, antecedentes y consecuentes, la próxima vez que le ocurra algo que sea minimamente parecido con lo que le desemboco en dicho problema, lo volverá a crear. Nosotras debemos darles las herramientas necesarias para su actual problema y útiles para problemas futuros. Pero no podemos hacer nada si no se escucha y nos traslada lo que se está diciendo a sí mismo.

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