Emociones paralizantes

Quiero hablar de una de las emociones, para mí, más paralizantes que hay, la culpa. La culpa te impide muchas veces llevar a cabo cambios en tu vida, te impide crecer, decidir y ser quien realmente quieres ser.

Se trata por tanto de un sentimiento poco funcional, que te atormenta por aquello que hiciste o dijiste, o bien, por aquello que no hiciste o dijiste.

La culpa nos impide vivir el ahora, nuestro día a día, ya que con ella estamos reviviendo continuamente el pasado. Nos anula algo que ya ha ocurrido y sobre lo que no tenemos ya control alguno, pero ¿por qué lo sentimos entonces, qué utilidad tiene? Una de las razones es la de tratar de evitar el presente:

-“Me siento culpable porque debería estar cuidando de mis padres en lugar de independizarme.”
Estamos librándonos de la responsabilidad de hacernos cargo de nuestra propia vida excusándonos en otros, evitando así actuar por nosotros mismos.

No hay otro momento que el presente, el ahora, por lo que “fustigarse” por algo que ya ha ocurrido no tiene más sentido que el hacernos sentir peor.

-“Me siento culpable por haberme saltado la dieta comiéndome el helado esta tarde”
Con este ejemplo quiero reflejar, como también la culpa, va unida a normas, normas impuestas desde fuera (la familia, el colegio, nuestra red social, la religión, etc) y normas autoimpuestas. El sobrepasar dichas normas rígidamente establecidas y que hemos interiorizado en nuestro sistema de valores y principios, hará que nos sintamos culpables. ¡Ojo!, con esto no quiero decir que no tengamos que rectificar sobre cosas que hayamos dicho, hecho y hayan perjudicado a otros o a nosotros, lo que quiero decir es que el encerrarse en ese sentimiento de culpabilidad que no te deja actuar es poco saludable.

¿Cómo combatir con esa sensación de anulación, de no poder avanzar? La culpa es aprendida (viene dada entre otras, con las normas ya comentadas, la educación, nuestro entorno, etc) por lo que se puede “desaprender”, uno puedo actuar, modificar la actitud:

-“Que me vaya de casa no significa que me olvide de mis padres, estoy decidiendo qué quiero hacer con mi vida”

Sería bueno darnos la posibilidad de divertirnos (muchos de los sentimientos de culpa vienen dados con actividades relacionadas con el ocio y el placer), de vernos capaces de hacer lo que queramos, permitirnos ser nosotros mismos y eligiendo. Elegir y tomar decisiones en/con nuestra vida nos hace libres. Podemos elegir aquellas normas y valores que realmente queramos y liberarnos así de las impuestas.


 Tomemos conciencia y responsabilicémonos de nuestros sentimientos para así, poder rectificar aquellos que nos producen malestar y potenciar los que nos hacen sentir bien con nosotros. Decidamos.



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