La crisis actual , que tanto hablan los medios y que tanto sufrimos los ciudadanos, es deprivativa porque supone renunciar a
bienes y disfrutes que hasta hace poco eran accesibles y de uso común.
Esto supones una bajada en el nivel socioeconómico del individuo, que al no ser por su culpa, se vuelve incomprensible a los ojos de quien lo está sufriendo. Cuando algo nos resulta incomprensible, nos inmovilizamos, y podemos caer en las garras del derrotismo.
El derrotismo es un proceso que se caracteriza, entre otras cosas, por el sentimiento de culpabilidad y la incomprensión de la situación que se intenta enfrentar.
La respuesta inicial suele ser la de rabia y protesta. La
incredulidad, la sorpresa, el cansancio ante las derrotas reiteradas pueden llevarnos a un estado
de shock a toda la sociedad.
Todo esto afecta a nuestra salud psíquica. El Libro Verde de la Unión Europea remarca que las capas social y económicamente más bajas de la población son más
vulnerables a las enfermedades mentales.Otros autores como Estefanía, M. T. & Tarazona, D. (2003) concluyen
que la disminución del nivel económico (y la subsiguiente pobreza) puede asociarse a
características de personalidad como una orientación en el
tiempo dirigida al presente, dejando al pasado y futuro de lado por influencia
de experiencias frustrantes y dolorosas; no desear planear el futuro por la
incertidumbre que les genera, pensar que todo depende de la sociedad o del gobierno, y que uno mismo no puede hacer nada, creyendo que no se puede controlar el futuro. Los estudios han demostrado que todas estas formas de pensar son factores de riesgo para la salud mental.
También, el documento de de la Federación de Asociaciones
para la Defensa de la Sanidad Pública señala que los desempleados acumulan en
mayor proporción factores de riesgo para su salud que la población empleada,
aquellos presentan más tabaquismo, obesidad, sobrepeso, consumo de alcohol y
drogas, más inactividad, peor percepción de su salud y menor consumo de frutas
y vegetales.
En cuanto a problemas concretos: los parados
son más propensos a ataques de pánico y agorafobia, ambos trastornos de
ansiedad. También al incremento del estrés y del descontrol de impulsos.
Por lo tanto, la pérdida del empleo genera malestar psicológico. Este malestar, mantenido en el tiempo y gestionado de una forma no adecuada, puede llevarnos a padecer problemas psicológicos más graves.
Pero no vale desesperar: se pueden hacer cosas para prevenirlos:
· mantener una estructura a la
jornada diaria,
·
favorece las relaciones sociales,
·
vincula las metas individuales
con objetivos y propósitos colectivos,
·
posibilita la definición del
estatus social y la identidad personal,
· planificar la realización de una actividad cotidiana.
Estas funciones latentes se corresponden con
“necesidades profundas” de las personas.
Para salir de la crisis se ha comprobado que
un factor principal es la actitud creativa recogida en el primer paso, está
formada por el instinto de curiosidad, el inconformismo, la motivación, la
iniciativa, la profundidad, la perseverancia y la autoestima.
PD.: Quiero manda mucho ánimo a todos los que estén pasando por esta situación.
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