Una depresión cursa con un ánimo extremadamente bajo, lo que se convierte muchas veces en un velo que camufla todo lo que hay alrededor, volviendo todo negativo. Un ejemplo de ello, para la persona que convive con quien está en este proceso, puede ser que tengamos la sensación de que nunca hacemos nada bien, que nos realizan continuos reproches que no entendemos, se nos contagie el sentimiento culpabilidad, e incluso pensemos que molestamos más que ayudemos.
Lo primero de todo, y ante todo, si creemos que una persona querida esta pasando por una mala época que ya dura mucho, y sospechamos que pueda estar pasando un proceso depresivo, debemos acudir a un especialista, no solo para confirmar si el diagnóstico es adecuado, sino para pedir ayuda, tanto para el que la sufre como para los que conviven con esa persona.
Tampoco debemos caer en convertir a nuestro familiar o amigo en una víctima, no debemos mostrarnos todo el tiempo ultrapreocupados por si suspira o no suspira, ni cumplir sus deseos como si fuera cuestión de vida o muerte... etc.
Nosotros, los familiares, debemos estar ahí, y que ellos sepan que estamos ahí, para ayudar en lo que sea necesario, pero no para esclavizarnos, porque no debemos olvidar que nosotros también tenemos vida, y debemos vivirla.
Por supuesto os recomiendo seguir las mismas indicaciones que cualquier cuidador (las podéis ver en este mismo blog en una entrada anterior), además de armaros de paciencia, conseguir que las criticas continuas nos resbalen y ponernos un pequeño escudo ante este ambiente negativo. Siempre intnetar motivar hacia el tratamiento, pero sin exigir, porque los mandaos y exigencias se pueden volver en nuestra contra.
Espero haberos ayudado. Si tenéis algún caso particular que me querráis consultar, escribir un comentario y me pondré en contacto con vosotros.
Un saludo y mucho ánimo.
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