El dolor puede aliviar la culpa


El dolor físico y el dolor emocional se solapan, pudiendo desplazar uno hacia el otro, por lo que podemos desplazar el dolor emocional (por ejemplo, la culpa) al dolor físico, como un aumento del mismo. Es más, muchas veces lo hacemos: cuando nos sentimos culpables de algo y nos damos un golpe, pensamos irracionalmente que nos lo merecemos, y esto alivia nuestro sentimiento de culpa. 



Pero esto no debería ser así. No es una buena forma de superar la culpa. 

Toda emoción tiene su función: la culpa nos dice que hemos violado algo y que tenemos que buscar la forma de repararlo.Pero a veces dicha reparación es simplemente aprender de la experiencia. En vez de castigarnos por lo que sentimos, intentemos sacar algo bueno y productivo del mismo.  


  1. Debemos admitir que lo que sentimos es culpa, y averiguar cual es el motivo de tal sentimiento. A veces en este paso, nos damos cuenta de que lo que sentimos es rabia, tristeza, decepción, pero no culpa. 
  2. Aprendamos de la experiencia y de como hemos llegado hasta el motivo de nuestra culpa. 
  3. Intentemos solucionar la causa de la culpa que nos aqueja. Puede que podamos hacer algo para solucionarlo, o puede que una disculpa sincera sea suficiente, pero siempre debemos aprender de lo pasado para tenerlo en cuenta en el futuro. 
  4. Si la culpa proviene porque no estamos cumpliendo lo que otra persona esperaba que hiciéramos, pensemos si estamos actuando según nuestro propio criterio. Si es así no debemos sentir culpa, no estamos para complacer a los demás. Podemos explicarle a esa persona nuestras razones para actuar así, y tenemos que entender que la otra persona también tiene que hacer por entendernos. 

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