Muchas veces nos levantamos apagados, como si por la noche hubiera pasado algo que nos hace creer que somos peores que ayer. A veces esto sucede porque creemos que no hemos conseguido hacer nada, otras veces porque no encontramos nada bueno en nosotros mismos o porque creemos que no hacemos lo suficiente.
Esto ocurre porque tenemos el foco de atención en el futuro, en lo que queremos conseguir. Pero no nos paramos en lo que ya hemos conseguido. No podemos olvidar de donde partimos , cuál fue nuestra línea base y todo lo que ya hemos avanzado.
A veces nos ponemos metas muy altas, que desde la línea base son imposibles de conseguir. Cada vez que lo intentamos y no lo conseguimos lo registramos como un fracaso. Cada "fracaso", mina nuestra autoestima, y baja la motivación para volver a intentarlo. Si el siguiente intento se realiza con menos fuerzas, tendremos menos oportunidades de conseguir la meta. Es una pescadilla que se muerde la cola.
Párate un segundo, como te dijo María del Mar en el anterior post, piensa cual es tu meta final, y ponla en un folio, en la parte superior derecha del mismo. Ahora, piensa en donde estás, y ponlo en la parte inferior izquierda del papel. Preguntate, ¿para conseguir mi meta, por donde tengo que pasar o qué tengo que hacer o qué necesito previamente? Y vete colocándolo según te acerque más o menos a tu meta final. Ya tienes tu escalera de metas realizada. Ya sabes cual es el camino. Ahora, no solo considerarás un éxito si llegas a la meta final, sino que según vayas alcanzando cada escalón, tu mente lo considerará un éxito.
Los éxitos, aumentan nuestra autoeficacia, nos motivan y hacen que el siguiente paso lo demos con más fuerza. Esto hace que tengamos más posibilidades de tener éxito en nuestro próximo intento.
Y no olvidéis que cada fracaso nos acerca más al éxito, pues supone un camino érroneo descartado para llegar a nuestra meta.
Esto ocurre porque tenemos el foco de atención en el futuro, en lo que queremos conseguir. Pero no nos paramos en lo que ya hemos conseguido. No podemos olvidar de donde partimos , cuál fue nuestra línea base y todo lo que ya hemos avanzado.
A veces nos ponemos metas muy altas, que desde la línea base son imposibles de conseguir. Cada vez que lo intentamos y no lo conseguimos lo registramos como un fracaso. Cada "fracaso", mina nuestra autoestima, y baja la motivación para volver a intentarlo. Si el siguiente intento se realiza con menos fuerzas, tendremos menos oportunidades de conseguir la meta. Es una pescadilla que se muerde la cola.
Párate un segundo, como te dijo María del Mar en el anterior post, piensa cual es tu meta final, y ponla en un folio, en la parte superior derecha del mismo. Ahora, piensa en donde estás, y ponlo en la parte inferior izquierda del papel. Preguntate, ¿para conseguir mi meta, por donde tengo que pasar o qué tengo que hacer o qué necesito previamente? Y vete colocándolo según te acerque más o menos a tu meta final. Ya tienes tu escalera de metas realizada. Ya sabes cual es el camino. Ahora, no solo considerarás un éxito si llegas a la meta final, sino que según vayas alcanzando cada escalón, tu mente lo considerará un éxito.
Los éxitos, aumentan nuestra autoeficacia, nos motivan y hacen que el siguiente paso lo demos con más fuerza. Esto hace que tengamos más posibilidades de tener éxito en nuestro próximo intento.
Y no olvidéis que cada fracaso nos acerca más al éxito, pues supone un camino érroneo descartado para llegar a nuestra meta.
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