Ya ha pasado un día y puede que al leer este artículo pienses que hay cosas que no has hecho cómo deberías. No pasa nada. Lo bueno es corregir las actitudes y acciones que has llevado a cabo, con toda la buena intención del mundo, pero que no son las más beneficiosas para las víctimas.
Lo primero de todo: no le obligues a hablar y menos sobre el suceso que acaba de suceder. ¿Por qué? ¿Lo importante no es que se expresen? Sí, pero con libertad. Libertad total. Cuando quieran, cómo quieran, y lo que quieran. El cerebro guarda los recuerdos teniendo en cuenta la emoción y, sobre todo, la intensidad del suceso. Un atentado es un suceso con tanta intensidad y tan traumático, que la información se va procesando poco a poco. No podemos con todo el horror de golpe. Las víctimas parecerán confusas, que no recuerdan las cosas con exactitud, y saltarán de un momento a otro. Muchas veces nos contarán detalles que a nosotros, que no lo hemos vivido en primera plana, no nos parecerán muy importantes, cómo que vió una flor roja antes del golpe, o que oía los pájaros cantar, o que acaba de cruzarse con un chico con sudadera azul… A ellos esos detalles les ayuda a procesar y situar la información de todo lo que han vivido. Si les preguntamos, les obligamos a profundizar en una información que, seguramente, si no lo han comentado antes, no están preparados, y pueden sufrir más por ello, o incluso bloquear el proceso.
Por otro lado debemos demostrarles que la vida sigue, facilitarles que poco a poco continúen con su rutina diaria que han llevado hasta ahora, pero no de golpe. Esperemos un tiempo prudencial para proponerlas ir a algún sitio, y en sus primeros intentos, acompañarles les suele dar una sensación de seguridad muy necesaria en estos momentos.
No nos extrañemos ni recriminemos actitudes o actos que no sean normales en las propias víctimas: van a estar más susceptibles y se van a sobresaltar con cualquier cosa que a ellos les recuerde el atentado (no tiene por qué ser cosas lógicas, sino estímulos que ellos hayan asociado, cómo esa flor roja que antes hemos hablado, o el sonido de los pájaros).
Y ¿durante cuánto tiempo debemos no alarmarnos por estas actitudes/acciones? ¿Cuánto tiempo dura este paréntesis en las vidas de las víctimas? Si se lleva bien, si se tiene un proceso adecuado, la persona debería haber retomado progresivamente su vida antes de que se cumplan los 6 meses del atentado, debería poder hacer un relato completo, que no exacto, de lo que vivió, y debería cambiar el sentimiento de miedo por pena o tristeza. Si no es así, debería consultar a un psicólogo experto en estrés post-traumático.
Porque en estos momentos, es cuando más nos necesitamos los unos a los otros. Pongo a vuestra disposición mi formación y experiencia. Para ello, me gustaría ofrecer sesiones gratuitas a todas las víctimas y familiares de las víctimas de este atroz suceso
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